Estábamos en medio del
salón de mi departamento, aprovechando que mis compañeros de piso no estaban.
Estábamos de pie, uno en frente del otro. Juan, es mi amigo, de los pocos que
tengo. Tiene los ojos grandes y bonitos, la boca pequeña, la nariz aguileña y
la frente alta. Guapo.
Tenía una pelota de tenis en la mano y la
botaba contra el suelo.
-Pensaba que eras
lista- me soltó, mientras sus ojos café miraban a los míos azules (y no por ello
más bonitos) y, por su tono de voz, supe que estaba decepcionado.
-Es que lo soy, por eso
me ha elegido a mí. Sabe que es demasiado riesgo y que tengo mucho que perder.
Sabe que nadie me va a creer, igual que sabe que yo también soy consciente de
eso.- había sonado más brusca de lo que pretendía.
-Eres una cobarde, y
has cogido el camino más fácil.- No podía creer lo que estaba escuchando. Me
reí. Solté una carcajada llena de rabia, furia. Era una carcajada amarga.
-¿Le has visto la cara,
chaval? ¿Has visto su cuerpo asquerosamente gordo, sus manos hinchadas? ¿Te has
fijado en su boca? Es lo más jodidamente difícil que voy a hacer en mi vida.
-Denúncialo. Las cosas
han cambiado, ahora hay más igualdad. Si me pasara a mí...- Hablaba con mucha
normalidad, como si estuviéramos hablando sobre una serie de televisión.
-No digas tonterías- Lo
interrumpí- Eres un hombre y no es lo mismo. Si yo fuese tú también lo
denunciaría, pero no es el caso. El caso es que soy una mujer de veinticuatro
años que lleva dos con una asignatura
pendiente y que no obtengo el título porque no apruebo esa asignatura. Una
mujer que lleva la falda demasiado corta a clase y la cara maquillada ¿Quién me
va a creer? ¿Quién va a creer que el excelentísimo profesor Pizarro, me ha
propuesto realizar “trabajos extraescolares” para aprobar la asignatura? ¿Quién
me va a creer después de que ya denunciara una violación hace cinco años? Joder
si es que me cuesta creérmelo hasta a mí.- Dije, con la cara roja, los ojos
húmedos y la boca seca.
-¿Te violaron?- Estaba
sorprendido.
-Sí, pero ese es otro
tema. Yo era una cría y él un macarra que se metió más rayas de las que estaba
acostumbrado. Fue declarado culpable. Hay gente que nunca me ha creído o que me
echaba la culpa a mí porque, por lo visto, si llevas mucho escote estas
pidiendo en te violen. Por eso me fui de
mi ciudad. Demasiados recuerdos y demasiada gente conocida; así que cogí el
poco dinero que tenía, me matriculé en esta universidad, alquilé un piso con
otros estudiantes y sobreviví como pude hasta
que me vino la beca.
-Pero el examen lo has
aprobado- Lo dijo como si hubiera encontrado la solución.
-Sí, pero tengo que
tener aprobada la parte práctica. Solo diciendo que no entregué las prácticas
me puede suspender.
-Bueno, pero a lo mejor
te creen.- Había dejado de botar la pelota de tenis contra el suelo y ahora se
dedicaba a darle vueltas entre sus grandes manos. Parecía querer convencerse a
sí mismo, más que convencerme a mí.
-O a lo mejor no. A lo
mejor no creen que me esté pasando esto otra vez. A lo mejor creen que un
catedrático respetado, con un abogado carísimo, dice la verdad. A lo mejor
piensan que soy una puta que no ha visto otra manera de aprobar que metiéndose
en la cama de su profesor y que cuando este se negó, lo denuncié inventándome
una telenovela mejicana. A lo mejor me tengo que ir a mi ciudad y abandonar la
carrera porque no sé cómo costearme un año más viviendo aquí sin beca. A lo
mejor tiro mis años de estudio por la borda.
-Bueno, haz lo que crea
que va a ser mejor para ti. En verdad, es difícil la decisión.
-Lo difícil es ser
mujer.
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